Friday, June 10, 2011

Busted in Vegas!

A Vicente Fita, amigo y artista. Este post va dedicado
a una de sus obras titulada Busted. A las experiencias
que en la vida nos inspiran y perduran para siempre.


Miranos! El neon parece que nos ciega y la mirada se pierde en un punto de transparencias y abismos. Siempre hay un lenguaje comun y practico detras de cada simbolo, de cada vigneta, de cada senal que advierte el limite de la velocidad. Ante la desobediencia damos explicaciones vagas, que si las guirnaldas, que si los huevos de la gallina, que si la ceguera por la abundancia de luz fluorescente en la ciudad, que si los carteles son confusos y a veces no sabemos distinguir. El oficial es una caricatura que aprende a vivir sin alma. Velocidad, nuestro primer limite y el norte que no conduce a nada. En cada punto cardinal encontramos un limite que es la oscuridad y la nada. La ciudad no te deja escapar, te absorbe en una hora eterna que no es dia ni es noche, o es una hora imposible, inventada, falsa, donde siempre es temprano y siempre es tarde.


La imagen es una trampa de dimensiones, de vanishing points, de perpectivas desarticuladas y confusas. Todo lo que tiene de bidimensional es acaso un truco optico. Si quieres "ver" paradojicamente tienes que dejar de "ver", abandonar lo demas, obviar las otras dinamicas, las tantas intervenciones. Querer definir es aqui un deseo mortal y apenas transitorio! Pero si de pronto ignoras todo lo reconocible, lo admirable a simple vista, lo estrategicamente obvio, descubres un universo de dimensiones infinitas, de multiplicidades, donde todo es lo que no parece, o parece lo que no es. Rindete o no te rindas nunca! Apuesta tu ultima carta a la enajenante eternidad del tiempo, del hipertiempo, del supertiempo, del supratiempo. Y admitamos de una vez y por todas que con limites o no, una noche puede durar para siempre!

1 comment:

Anonymous said...

Vaya honor, Patricia, y qué texto más bonito!!!
Afortunadamente es así: hay encuentros tan especiales que nos sorprenden a nosotros mismos y tenemos que pellizcarnos para estar seguros de no estar soñando al pensar que los hemos vivido.
Muchas gracias,
Vicente