Thursday, March 20, 2008

Cuadrado blanco sobre fondo blanco




Dos blancos superpuestos. Dos silencios contiguos, dos nota mudas, dos expresiones que se disuelven en un solo pensamiento. Ver allí dos tonos de una misma profanación, entender que esos son los límites y que al mismo tiempo no hay nada o es una mescolanza del todo, es que nada existe en realidad. La creación y su blancura, la virginidad y su perenne blancura, la luz blanca que es la muerte, y tiene que venir Malevich a meter todo el blanco en un cuadrado, y a dejar por fuera el resto que es el universo entero, que nos esta ajeno siendo nuestra propia dimensión, magnificencia que nos acerca cada vez mas al cero, no somos reductibles, el no-objeto no es una abstraccion, no es apenas ese embudo. Así tambien funcionan los símbolos, traducidos en hechos, en instantes, en simples elecciones ajenas, un símbolo sobre otro símbolo puede ser la negación de cada uno, el rompimiento con las relaciones de palabras y sentimientos, de acciones y reacciones. Por un segundo casi me ciega este descolorido juego geométrico, este acertijo atractivo, no hay mas virtuisimo en su muñeca que el trazo de una línea divisoria y no hay más dilema que el temblor en la mano cuando ya no queda nada más que hacer, esta vez es una derrota transitoria que lo conduce al triunfo del entendimiento. Otro dramatismo, otra alteración del arte y su metáfora, otra derrota a lo preconcebido, otro orgasmo de los locos.

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