A esta hora todavia no consigo perforarme ningun organo vital. Con terror a la rabia de los inocentes me encierro en el dominio de un suengo cobarde. Los mortales imploran una ley en forma de poema. Los Dioses, demagogos y escleroticos, arrojan a los locos una ciencia que busca ordenar la mente humana como un puzzle. Invocar a Arthur Rimbaud es el puente hacia el infierno de los fieles. La herida esta en atreverme a la alquimia. El filo de la pagina me atraviesa la yema del dedo indice que se desangra en la boca profana. La lengua, lividinosa, acaricia la incision. Invocar a Arthur Rimbaud es el tintineo de la aguja sobre un cuerpo ardiente. Otro suegno no hubiera soportado, pero cualquier palabra que resultara del momento mas ilusorio de esta invocacion iba a devolver a los hombres la esperanza de ser libres de ellos mismos. Si tan solo al despertar, esos iconoclastas de sombria dignidad poblaran el mundo.
Friday, November 5, 2010
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